"LA AGONÍA" AUTO SACRAMENTAL


Tarde de Viernes Santo….Son las seis de la tarde, la iglesia de Aledo, abarrotada de vecinos y visitantes, se encuentra en penumbra, bajo la escasa luz que por las vidrieras se adentra desde las calles de un casco histórico que fue cuna de lo que es hoy el municipio de Aledo. Las mujeres, conscientes de la tarde de dolor a la que se tuvo que enfrentar María al ver a su hijo amado en la cruz, oran en silencio, acompañan en su sentir a la madre del hijo de Dios, que con su corazón atravesado por siete puñales y una cara lánguida y blanca que es espejo de su amargura, llora ante el hijo que exhala sus últimas gotas de vida. Junto a ellos, San Juan Evangelista, su fiel amigo, también sufre y llora al ver el dolor y sacrificio de Dios hecho hombre, para redimir el pecado del mundo….ya suenan los tambores….ya se escuchan los vítores de “Los Armaos” que vienen para asegurarse de la derrota y muerte de Jesús….el silencio del ocaso de la tarde enmudece el templo….ya vienen, ya se acerca la hora…

El Auto Sacramental de la Agonía, es uno de los actos emblemáticos del municipio de Aledo. Este auto, con un estricto sentido religioso, se lleva celebrando en el municipio desde tiempo inmemorial, siendo celebrado cada año, la tarde del viernes santo. Es uno de los actos celebrados en la Semana Santa Aledana, siendo prácticamente el eje de esta semana de la Pasión de Cristo.

Este auto discurre íntegramente en la iglesia, normalmente alrededor de las seis de la tarde, tras la celebración de los Santos Oficios, siendo el preludio a este acto, el “Caracol” de “Los Armaos”. Son “Los Armaos”, los que representan al ejercito romano, que ha de acabar con la vida de Jesucristo, los cuales llevan a cabo un desfile muy característico, dado que al compás de la música y en fila, siguiendo a el Capitán, van realizando una circulo, que cada vez se va “enroscando” más y más, hasta adoptar la forma parecida al dibujo del caparazón de un caracol, de ahí el nombre a este desfile. Además de “Los Armaos”, las imágenes de Jesús ya en la cruz, La Virgen de los Dolores y San Juan, conformaran los elementos principales de este Auto Sacramental.

Una vez terminado el “Caracol” de “Los Armaos”, un reducido número de estos romanos se adentran en la iglesia, donde la imagen de Jesucristo ya crucificado, arropado por la Virgen de los Dolores a su derecha, y la imagen de San Juan Evangelista a su izquierda, representando los últimos momentos de agonía de Jesús ya en la cruz. La iglesia se transforma en el monte calvario, el templo casi en penumbra hace que este espacio se transporte dos mil años atrás, pareciendo que los asistentes a este acto, sean partícipes de las últimas horas de vida de Jesús. El pueblo enmudecido de ver al crucificado, aguarda expectante a lo que ha de ocurrir. En el altar del templo, Jesucristo en la Cruz es acompañado de las imágenes de La Dolorosa y Juan El Evangelista; tras ellos un telón pintado por artistas locales, recrea más aún si cabe la crucifixión de Jesucristo, acompañado de dos ladrones que son crucificados en el mismo instante.

Todo está en silencio, un estrepitoso redoble de tambor irrumpe en el interior del templo, es la señal de que “los Armaos” vienen a cerciorarse de la muerte de Jesús. Junto a la Virgen de los Dolores, un Orador narra y describe la situación, la tensión se nota en el ambiente, la crueldad de la situación se adentra entre los asistentes. Suena el Credo que es cantado por el pueblo en latín hasta que es interrumpido por el redoble de un tambor. El Orador, tras una explicación de los motivos que han llevado a Jesucristo a la cruz, tras extrapolar aquellas injusticias de hace dos milenios hasta la actualidad, avista al fondo del templo que se acerca un “Armao” de mayor rango. De nuevo un estridente redoble retumba en la bóveda de la iglesia, se acerca el Capitán del ejército, el que ha de clavar la lanza en el costado que definitivamente acabe con la vida de Jesús. El Orador intenta hacerle reflexionar del dolor ya causado a este hombre que agoniza en la cruz, a su madre y a su amigo Juan pero tras varios intentos, definitivamente el Capitán de los “Armaos” atraviesa con su lanza el costado del ya moribundo Jesús, en ese instante definitivamente Jesucristo ha muerto.

Dos voluntarios, descuelgan la imagen del Cristo ya sin vida, que es colocado sobre los brazos de la Virgen de los Dolores, los nazarenos con sus manos y al compás de las fúnebres marchas de la Banda de Música, procesionan con las tres imágenes por el interior de la iglesia. Los asistentes con mucho respecto, observan procesionar al Cristo ya sin vida en brazos de su madre y a Juan el amigo fiel de Jesús. Tras salir las imágenes hasta la puerta principal del templo vuelven a entrar, donde María ya no porta en sus manos a Jesús sino que ya desfila el Cristo en el Santo Sepulcro. De esta manera finaliza el Auto Sacramental de La Agonía, con una recreación de lo que hubo de ser aquella fatídica tarde en la que Jesucristo fue crucificado.